La tarea del Dircom
- saracamol
- 25 oct 2015
- 2 Min. de lectura
En la sexta clase de teoría hemos empezado a hablar de la tarea del Dircom y de cómo desarrolla su trabajo dentro de la empresa.
Una de sus funciones destacadas es, cómo no, la gestión de la reputación corporativa. El Dircom se encarga de controlar la reputación existente/consolidada que tiene la marca y por lo tanto, es quien descubre y soluciona los riegos a los que se somete.
Pero no solo se queda ahí su función, también es el acrecentador de la reputación mediante el dominio del contexto social. El Dircom debe ser rompedor, es la clave para convertirse en un gran profesional y para marcar la diferencia. Con estas cualidades, las empresas se rifan su presencia.

En relación, Magda nos ha hablado de Novartis, una empresa que goza de mucha reputación, en parte por tener sus metas tan marcadas y por tener claro cuál es la imagen que quiere transmitir al público receptor.

Nomartis es una empresa multinacional que se dedica a la industria farmacéutica y a la biotecnología, con sede en Suiza. Su misión es muy clara: descubrir, desarrollar y comercializar con éxito productos innovadores destinados a curar y prevenir enfermedades, a aliviar el sufrimiento y a mejorar la calidad de vida de las personas. También, queremos ofrecer a los accionistas una rentabilidad que refleje nuestro excelente rendimiento y recompensar adecuadamente a quienes invierten en ideas y recursos en nuestra empresa. Ser un lugar de trabajo edificante para nuestros empleados. Y trabajar con transparencia para ser líderes.
Vemos por tanto, como se dirigen a ciudadanos, accionistas y a los propios trabajadores. Actores clave para la reputación y buen funcionamiento de toda empresa. Así mismo, podemos observar que todas sus metas se rigen por una general; mejorar la calidad de vida de las personas.

Por último, me gustaría reflexionar sobre los valores que ha de tener una buena empresa, según señala el catedrático Justo Villafañe en su obra 'La buena empresa'.
A las grandes compañías se les considera un motor imprescindible en la generación de empleo, de riqueza y de desarrollo del país. En consecuencia, Villafañe enumera unos rasgos que tradicionalmente se ha asociado a la buena empresa: beneficios y sostenibilidad económica, buena gestión y organización interna, empleabilidad y calidad de su oferta comercial. A los que en la actualidad se les suma: mayor compromiso con los stakeholders, creciente responsabilidad con el medioambiente, transparencia en sus actuaciones, sus compromisos y una actitud proativa en la comunicación social con su público.
A lo que Villafañe resume en cuatro valores que deben regir el compromiso de la buena empresa: la seguridad, la ética, la transparencia, la confianza y la innovación. "Valores sobre todo, para superar la crisis".
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